CRISIS DEL CAPITALISMO SE OCULTA DETRÁS DE LA NARRATIVA OFICIAL DEL CORONAVIRUS



VENEZUELACOOL.COM.VE - Desde la última semana de enero hasta la semana de marzo, el coronavirus Covid-19 ha infectado en registros cercanos a 125 mil personas en más de 100 países y ha causado la muerte a más de 4 mil personas, por lo que la Organización Mundial de la Salud acaba de categorizar a la enfermedad al estatus de pandemia. No hay lugar a dudas que es un problema de salud serio, pero no el más importante, tal vez ni siquiera lo más urgente.

Analistas dan ejemplo de ello al mostrar la tasa de letalidad, estimada en 3,4%, y compararla con el 11% presentado en el caso del SARS-Cov (Síndrome Respiratorio Agudo Grave, acrónimo anglo), en 2002; o el 34% del MERS-Cov (Síndrome Respiratorio del Oriente Medio), en 2012; los bajísimos niveles de la gripe aviar (H5N1), en 2003; la gripe porcina (H1N1), en 2009 y en 2012; el ébola, en 2013; o el Zyka (ZIKV), en 2015.

De igual manera, se cree que cada día mueren en promedio más personas de causas muy diversas y que la gripe común causa anualmente centenas de miles de muertes de manera global.

Muchas personas podrían estar infectadas por el coronavirus, pero parece muy probable que un elevado porcentaje de casos pase desapercibido, con una sintomatología inadvertida o no registrada, lo que implicaría que la tasa de mortalidad real sería bastante menor de la informada hasta el momento.

Sin embargo, no es la intención de este trabajo presentar que el coronavirus no sea un tema de salud grave, relevante o incluso preocupante.

MORTALIDAD, CONTAGIO Y TRATAMIENTO

En primer lugar, la mortalidad generada por el Covid-19 en los grupos etarios más avanzados y en personas con patologías previas es resaltante (cerca del 15% en mayores de 80 años) y su morbilidad y afectación general de salud puede ser importante.

En segundo lugar, muestra un elevado nivel de contagio, lo que genera un problema de salud pública en muchos países y, potencialmente, para el resto. China, Corea del Sur, Japón, Irán e Italia son, hasta el momento, los más afectados, y aunque el riesgo de mortalidad sea bajo, dado que el potencial número de afectados podría llegar a ser muy elevado, esto podría llegar a implicar un recuento total de muertes significativo.

Y tercero, el impacto de la epidemia sobre los sistemas de salud puede ser muy notable por muchas razones: El período de incubación en que las personas se hacen contagiosas es de cinco días; el número de casos es exponencial; un porcentaje elevado requerirá hospitalización, bien sea por su situación clínica, prevención o aislamiento; los pacientes deberán estar aislados hasta que dejen de ser infecciosos, lo que requiere de cuidadosos sistemas de acomodo, un elevado volumen de procesamiento de muestras y acertadas decisiones gubernamentales de salud pública para identificar pacientes para su aislamiento en domicilios o en centros hospitalarios.

TEMOR MUNDIAL INDUCIDO

Hasta aquí los datos y cifras de víctimas mortales publicadas y conocidas a causa de este brote de nuevo coronavirus por sí solas no deberían generar pánico entre la población mundial sino fuera porque no existe tratamiento específico ni vacuna para curar a los diagnosticados con este patógeno.

Es de tal magnitud el temor generalizado entre la población mundial de llegar a contagiarse, que en los países en los cuales se sabe de la existencia y propagación del brote entre sus habitantes, las autoridades de estas naciones decidieron generar campañas informativas a fin de tranquilizar a sus conciudadanos que se encuentran en alerta por las posibles consecuencias.

Llegados a este punto, viene a la mente las películas del género de ciencia ficción y terror hollywoodense que tratan sobre la extinción de la raza humana sobre la Tierra, provocada por una apocalíptica pandemia originada por un patógeno que fue creado en algún laboratorio científico que investiga sobre las mutaciones genéticas de los seres vivos con patrocinio de los gobiernos.

ENFRENTAMIENTOS CON ARMAS BIOLÓGICAS

Usuarios de las redes sociales ya han elucubrado sobre a la posibilidad de que los Gobiernos de Estados Unidos y China están de algún modo, vinculados con la aparición de este patógeno.

Es posible que tales suposiciones se argumenten sobre los hechos que todos conocen de sobra por los medios, la imparable ansia de las superpotencias, en los casos de EEUU y China, de encabezar los sectores tecnológico, económico, industrial y militar para ponerse por delante del adversario que no duda en emplear cualquier medio para lograr sus objetivos y se presente la reedición de la Guerra Fría.

A nadie se le escapa que EEUU invierta gigantescas sumas de su presupuesto anual para financiar programas científicos que investigan sobre agentes patógenos que puedan ser producidos para usarlos como armas biológicas. Y, como es obvio, las otras superpotencias tampoco se quedarían con los brazos cruzados contemplando sin más como Washington sacaría ventaja en este estratégico campo.

También se conjetura que este nuevo agente patógeno se habría producido en algún laboratorio científico chino en el cual, por algún motivo, la cepa del virus habría escapado de sus manos infectando a posteriori a regiones chinas, mientras que, otros especuladores sostienen que la fuente del brote se habría originado en un laboratorio bioquímico estadounidense ya que el Pentágono, bajo órdenes de la Casa Blanca, estaría detrás del proyecto de este engendro mortal con el único fin de instrumentalizarlo a nivel propagandístico en contra de sus adversarios extranjeros, para usarlo en el campo de batalla como sí se tratase de explotarlo en el campo político, en este último caso a través de la poderosa maquinaria administrativa del Gobierno estadounidense.

De hecho, Washington quiso aprovecharse políticamente de los casos de contagio en Irán, los cuales las autoridades persas informaron de ello desde que se conociesen los primeros infectados entre la población resultando 245 personas infectadas con este virus, de las cuales murieron unas 26 y otras 61 fueron dadas de alta en los hospitales donde estaban bajo cuarentena.

El presidente de EEUU, Donald Trump, en su habitual retórica anti iraní, quiso transmitir el pánico entre la población persa al alegar que el Gobierno de Irán, presidido por su homólogo Hasan Rohani, estuvo ocultando la verdadera magnitud que supone el contagio del virus a su pueblo.

MEDIÁTICA OCULTA CRISIS CAPITALISTA

La falta de claridad en la información difundida se refleja también en unos medios ciegos de inmediatez, atados al poder de grandes corporaciones, que buscan audiencia mediante el impacto inmediato emocional y el entretenimiento, siendo incapaces de transmitir un diagnóstico crítico e integral de lo que ocurre.

La actual epidemia mediática del coronavirus representa la oportunidad, en un sentido bien conocido por muchos políticos: cuando no se quiere hablar de un tema que molesta se distrae la atención hablando de otro.

Ejemplos de ello son los ataques de Clinton en Sudán y Afganistán para tapar su affaire con Mónica Lewinsky, o la puesta en libertad por Berlusconi de políticos con cargos de corrupción el mismo día que Italia se clasificó para la final de la Copa del Mundo de Fútbol.

Al hablar casi exclusivamente del coronavirus durante tantas semanas no hablamos de otros problemas mucho más graves que pasan desapercibidos. Desde que existe el Covid-19 ya no ocurre nada. Ya no hay bombardeos ni refugiados ni terrorismo ni nada. Ya no hay, desde luego, cambio climático.

Ya no se habla del elevado endeudamiento de las corporaciones privadas no financieras, cordón umbilical que une a los bancos centrales a las grandes entidades bancarias y corporaciones, o el aumento de la desigualdad, ni tampoco del drama de los refugiados o de los asesinatos de mujeres. Ni tampoco de la atroz crisis ecológica que vivimos, que pone en peligro la vida en el planeta y la propia existencia de la humanidad.

El Covid-19 es un detonador de la crisis sistémica del capitalismo, en la que los factores anteriores están íntimamente conectados, sin que se puedan separar entre sí. Todo parece indicar que esta epidemia puede representar una ocasión ideal para justificar la crisis económica capitalista que parece estar acercándose.

El coronavirus es la chispa de una crisis económica pospuesta donde la mala salud de la economía es muy anterior a la epidemia.

MARCOS GAVIDIA
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