TE QUISE HASTA QUE ME DIJE QUE NO ERES PARA TANTO, NI YO PARA TAN POCO

VENEZUELACOOL.COM.VE -
Te quise hasta que me dije que no es para tanto, ni yo para tan poco. Quizas suene cruel, algunos me dijeron que la frase es muy odiosa. Hace tiempo deje de tener una venda y me quité las cadenas de mi corazón. 
 
Entonces comprendí que no era el amor de mi vida, ni el de un momento, solo alguien que me hizo creer que yo no era muy poco, cuando en realidad, me necesitaba y solo su acercamiento era por el miserable interés, o sea si soy muy importante pero solo por interés.

En mi experiencia, la que comparto en este post, es que “no era para tanto ni yo soy para tan poco, es sin duda alguna todo un acto de revolución personal. Un acto de valentía y de reafirmación de la autoestima que me dignifica. Sin embargo, debo admitir que no todo el mundo dispone de este tendón psíquico y emocional capaz de poner un límite entre el amor propio y la dependencia. Entre la dignidad y la renuncia.

Ahora bien, al amor propio se le hiere, pero nunca se le mata, en la actualidad, son muchos los libros, manuales y cursos que nos repiten casi a modo de mantra, aquello de “nadie puede establecer una relación saludable sino se quiere primero a sí mismo”. Además, debo de reconocer que no por mucho conocer la fórmula la aplicamos del modo más correcto. Lo aprendí y lo comparto.

El amor propio no se construye solo a través de un libro o reflexionando sobre él. No es una entidad pasiva, todo lo contrario. El amor propio es un estado de aprecio absoluto por uno mismo que crece a partir de las acciones y a su vez, edifican nuestra salud física y emocional. Es una dimensión dinámica que suele experimentar también algunos altibajos. Te propongo reflexionar sobre ello.

No eras para tanto y sin embargo, te di todo mi universo, así pensaba en el pasado, pero evolucione y revolucione. Es claro que ninguno tenemos la formula correcta y que a través de una interacción y relaciones humanas aprendemos a fortalece nuestra autoestima, nuestro amor propio.

La autoestima o el amor propio lo comparo con un esqueleto, el nuestro. Nos confiere soporte, fuerza, resistencia y nos garantiza un movimiento armónico y correcto para desenvolvernos en el día a día. Si ese esqueleto tiene la tibia o el fémur roto, necesitaremos muletas o sillas de ruedas. Allí es donde nos volvemos dependientes.

No obstante, en una sociedad que siempre esta golpeando la autoestima o el amor propio crea un desgaste y el consecuente dolor que amerita. De ahí que valga la pena tener en cuenta los componentes que integran los pilares para fortalecerlo para mantenernos en un buen estado de ánimo.

El primer pilar es sin duda la coherencia personal. Es otro término que muchos defienden y pocos aplican, porque se necesita, por encima de todo, valentía. Con coherencia nos referimos a la necesidad de mantener una correlación entre lo que sentimos y lo que hacemos. Entre lo que pensamos y lo que expresamos.

A veces, es mejor priorizar lo que necesitas frente a lo que quieres. Por ejemplo: puede que ahora mismo hayas terminado una relación de pareja. La soledad y la amargura te desesperan y lo que quieres con urgencia es encontrar a alguien que alivie esos vacíos. Ahora bien… ¿piensas de verdad que es eso lo que necesitas en estos momentos?

Poner límites es saludable. En inglés se utiliza un término curioso llamado ”frenemies” que se traduciría como “amienemigos”. Designa a esas personas que habitan a nuestro alrededor vestidas como amigos pero que en realidad, son dañinos, son enemigos. Frenar estos vínculos e interacciones es algo vital.

Vive intencionadamente, no aceptes términos medios ni migajas. El amor propio necesita determinación, no le valen los amores a medias, ni las risas de día y las lágrimas de noche. Tampoco los “te quiero con condiciones”.

Vivir con intención es entender que para ser feliz hay que tomar decisiones, y no orbitar erráticamente alrededor de los demás como un cuerpo celeste que tarde temprano acabará colapsando para desaparecer. Aprendamos a brillar, a tener luz propia, voz firme y un corazón digno y valiente para atraer aquello que de verdad merecemos.

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