Sabía que tenía esa marca en mis piernas expreso Yulimar Rojas

VENEZUELACOOL.COM.VE - La venezolana Yulimar Rojas, campeona olímpica de triple salto con nuevo récord mundial (15,67), vivió este domingo en Tokio "una noche fantástica" y aseguró no tener palabras para describir sus sentimientos.

"Me he quedado sin palabras. No puedo describir este sentimiento, este momento. Medalla de oro con récord olímpico y récord mundial. ¡Wow!, una noche fantástica", fue su primer comentario al abandonar la pista del estadio olímpico, camino de la zona mixta donde la esperaban los medios de comunicación.

Con respecto al nuevo récord del mundo, aseguró que lo estaba buscando. "Sabía que tenía esa marca en mis piernas y que podía salir hoy. Estaba fallando un poco en la técnica, pero el último salto fue para darlo todo y así fue. Me concentré en dar lo mejor de mí misma, de disfrutar y salió".


Yulimar Rojas, que ya era doble campeona mundial, conquistó en Tokio su primer oro olímpico con un nuevo récord del mundo, 15,67 metros en su último intento, y Ana Peleteiro, su compañera de entrenamientos en Guadalajara bajo la dirección del cubano Iván Pedroso, ganó el bronce después de batir dos veces su récord de España.

El registro de Yulimar Rojas mejora en 17 centímetros la plusmarca mundial establecida por la ucraniana Inessa Kravets el 10 de agosto de 1995 en los Mundiales de Gotemburgo (Suecia).

La portuguesa Patricia Mamona, con 15,01 en su cuarto salto, se alzó con la presea de plata, y Peleteiro, batiendo su récord nacional primero con 14,77 en el segundo turno y luego con 14,87 en el quinto, se fue con el bronce.


LA FAMILIA DE YULIMAR ROJAS

"¡15,67!" "¡Vamos!", gritaba su madre cada vez que veía a su hija dar zancadas al aire, preparándose antes de sus seis intentos.

Inquieta, daba constantes vueltas por el lugar y solo acudía al frente para ver los saltos. "Yo no dormí", asegura con la cara hinchada.

Rojas, de 1,92 metros, 25 años y cabello rapado color rosa, nació en Caracas pero creció en Pozuelos, a las afueras de la ciudad costera de Puerto La Cruz, vecina a Barcelona.

Pedro Zapata, su padrastro, que la crió, saltaba y abrazaba a quien tuviera al lado con cada salto. Estaba eufórico. Llevaba una camiseta estampada con imágenes de Rojas por los aires, el uniforme del núcleo familiar ese caluroso domingo.

"Ella estaba pequeña, uno veía los Juegos Olímpicos y las campeonas eran muchachas de Alemania, de Rusia, de Francia, y ahora que tenemos una hija de uno aquí, bueno, eso es un orgullo", dijo a la AFP el orgulloso hombre.

Tras la victoria, la fiesta se trasladó a la calle algunos con banderas pequeñas, otros con unas más grandes. Vehículos tocaban las bocinas para unirse al júbilo. Fuegos artificiales iluminaron un resplandeciente cielo azul de 9 de la mañana, que no impidió que brindaran con cerveza fría en vasos plásticos.


"¡15,67! ¡15,67!", coreaban exaltados los presentes por el nuevo techo de Rojas, que ostenta ahora los récords del mundo en su prueba tanto al aire libre como en pista cubierta.

Nelly de Mota, docente jubilada de 66 años y vecina de la familia, fue una de las primeras que llegó a la reunión, a las 6 de la mañana. Valió la pena madrugar. El salto final la dejó "súper emocionada".

"Es una emoción demasiado indescriptible, hay que vivirla para saber lo que es", confiesa caminando a paso apurado.

La víspera, la madre de Rojas habló con ella por videollamada. "Le eché su bendición, le dije que controlara los nervios. Que los dos primeros saltos fuera con todo para asegurar esa medalla y después de esos dos saltos, los cuatro saltos, fuera por el récord mundial". Y así lo hizo.



 

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