ENTREVISTA: Color de Esperanza, fundación victoriana emprendida por Ariana Gamboa

Un color distinto con sello victoriano


Un encuentro ameno y agradable en la casa de Ariana Gamboa dio paso a un sinfín de temas. Un caluroso recibimiento con sonrisas por doquier. No podía faltar una taza de café con buen gusto que terminó alegrando la tarde, preparada por la señora Esperanza, madre de Gamboa. 

Ariana es una joven de 25 años y se describe a sí misma como “victorana de pura cepa”. Abogado de profesión, egresada de la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA), es la menor de cinco hermanos, creció bajo grandes influencias artísticas, su mamá es maestra jubilada y pintora, su padre fue abogado y declamador, confiesa que su pasión por el derecho y la declamación las heredó de su padre, quien partió cuando ella contaba únicamente con seis años.

Con el paso del tiempo fue descubriendo nuevos placeres en los que se desenvolvería y posteriormente se destacaría. Comenzó a actuar a los cinco años en el colegio y recuerda con una gran sonrisa su primer papel en la actuación: “La niña dormida”. 

Poco tiempo después inició clases de teoría y solfeo, teatro y flamenco. “Ha sido entre La Casa de la Cultura y el Colegio “Jaimes Ochoa” que yo decidí que el arte iba a ser lo mío”, asegura que ama el derecho pero quería hacer más.

Se arriesga a emprender un proyecto con el nombre de “Esperanzarte”, una escuela de artes en honor a su madre, a quien le profesa tanto cariño y admiración. La señora Esperanza, además de pintora desempeñó el cargo de Productora de teatro, cuando Ariana ejecutaba su faceta de actriz. “Por alguna u otra razón no se dio, el nombre no era aprobado en el registro y en medio de esta idea de crear Esperanzarte a mi sobrino Ariel le diagnostican vitíligo (…)”.

“(…) Acudimos con la doctora Calebotta que es una excelente dermatólogo y ella dio con el tratamiento certero y yo hice una promesa a Dios que si Ariel se curaba yo iba a hacer una fundación para ayudar a personas que estuviesen en la misma situación” y deciden llamar la fundación Color de Esperanza, por tres distintas razones: el color de Ariel, el color del vitíligo y la madre de Ariana.

MV: Entonces, ¿Cuándo nace Color de Esperanza?

Ariana: Nace legalmente el treinta de noviembre de 2012 y comenzamos a trabajar el seis de abril de 2013, cuando realizamos el primer concierto para llevar a la primera niña a consulta de vitíligo y no se ha parado. Ahora no solo es vitíligo, ahora atendemos cualquier ayuda social que se necesite, siempre cuando esté a nuestro alcance. 

MV: ¿Cómo logras financiar el tratamiento de las personas que acuden a Color de Esperanza?

Ariana: “Tú pones la visión y Dios pone la provisión”. Cuando tienes un sueño, siempre que sea bueno, Dios te dará la provisión. Nosotros trabajamos con un grupo de comerciantes que ellos cumplen la función de padrinos, cada persona con vitíligo tiene un comercio o una empresa. 

Agrega que por ahora no está interesada en buscar ayuda con entes gubernamentales por ser una organización privada y no le gustaría ligarla con asuntos políticos. “Me gusta más el arte que la política”.

Asegura que hace seguimiento a todos los casos que acuden a la fundación y siente gran felicidad porque todos han demostrado mejoría. Existe un caso muy especial para ella que es el de “Martin”, padece de cáncer y era un hombre en situación de calle, hoy en día es otro espiritualmente y energéticamente. 


Ariana termina con frases muy nostálgicas, tiene excelentes proyectos en el área cultural en La Victoria, quiere regalarnos o devolvernos aquella cuidad de la añoranza, que ama lo suyo y se siente orgulloso de ello.
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