11 de octubre de 2025

EDITORIAL: ¿Galardón para Fomentar la Guerra?




VENEZUELACOOL.COM.VE - El Premio Nobel de la Paz, concebido por Alfred Nobel para honrar a quienes más han contribuido a la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes, y la promoción de congresos de paz, parece haber desviado trágicamente su propósito original.
Resulta profundamente perturbador y cínico observar cómo, a lo largo de las décadas, la institución encargada de otorgarlo ha mostrado una creciente tendencia a arrodillarse ante intereses políticos, llegando al punto de galardonar a figuras que no solo no buscan la paz, sino que activamente fomentan la guerra, la invasión y el bombardeo de poblaciones civiles.

Es una paradoja inaceptable y una burla a las víctimas de conflictos que el premio más prestigioso de la humanidad en materia de paz termine en manos de individuos cuya trayectoria está intrínsecamente ligada a la instigación de violencia a gran escala. ¿Cómo puede considerarse un promotor de la paz a alguien que ha solicitado o justificado la invasión de un país soberano? ¿Qué mérito humanitario tiene quien da luz verde a los bombardeos indiscriminados que siegan la vida de inocentes en el marco de disputas políticas?

Cuando el galardón se otorga a personalidades que son arquitectos o apologistas de la agresión militar, la credibilidad del Comité Nobel de Noruega se desmorona. Se convierte en una herramienta de legitimación política y no en un faro moral. 

Este tipo de elecciones no solo deshonra el legado de Alfred Nobel, sino que envía un mensaje peligroso al mundo: que la paz puede ser un mero eufemismo para los intereses geopolíticos y las agendas de poder, incluso si estos implican crímenes de guerra o violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario.

En resumen, la entrega del Premio Nobel de la Paz a incitadores de la guerra y responsables de la miseria humana es una traición a los principios fundamentales de la paz y una clara evidencia de que la institución, en diversas ocasiones, ha permitido que sus decisiones sean secuestradas por intereses que están más cerca de la matanza que de la mediación. 

Los verdaderos merecedores son aquellos que arriesgan su vida en el terreno para proteger a los inocentes y construir puentes, no aquellos que desde un escritorio ordenan su destrucción.
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